Elegir un buen Congreso es tan importante como elegir un buen presidente y por cuenta de un desequilibrio estructural de nuestra democracia, una y otra vez, descuidamos la revisión cuidadosa de las listas de Congreso.
Por eso se ha metido mucho malandro a legislar en Colombia. Y mucho pícaro ha llegado al Congreso a desquitar con la plata de nuestros impuestos y a multiplicar con creces su inversión.
Las modalidades de corrupción son múltiples… cobrar con puestos para los amigotes los votos en favor del Gobierno. Valorizar silencios en debates de control político. Enfriar expedientes en la Comisión de Acusación. Engavetar proyectos o no rendir ponencias para que mueran por trámite. Meter micos. Meter orangutanes. Meter gorilas. Vender condecoraciones. Extorsionar o presionar ministros para obtener dádivas indebidas. Cobrar por tramitar artículos, incisos, parágrafos o incluso leyes enteras, y un rosario de etcéteras de conductas que han pervertido el servicio público y debilitado el sistema nacional de integridad.
Injusta, sin embargo, sería una generalización. En el Congreso de Colombia hay gente decente, honrada y trabajadora que lo ha hecho bien y merece volver.
* * * *
En vista de lo anterior, y cuando ya las cartas de los partidos están casi listas, es indispensable que cada ciudadano que quiera un mejor país se decida a votar no solo por presidente, sino también por Congreso y no solo por Senado, sino también por Cámara.
Ese voto, idealmente, debe ser el resultado de un proceso mediante el cual el elector se documente sobre los candidatos de su preferencia revisando su hoja de vida, su pasado, sus amigos, sus premios y sus castigos, sus antecedentes personales y judiciales, sus logros, sus fracasos, su trayectoria, su pensamiento, en fin, así como también acerca del partido político que lo inscribe.
La clave es que el voto por el Congreso sea el producto de un ejercicio de conocimiento y de reflexión.
* * * *
En el momento de escribir esta columna se están acabando de confeccionar las listas al Congreso. Ya casi están listas.
Desde mi respetuosa perspectiva, aún falta que muchos candidatos presidenciales que son buenos colombianos, que quieren servirle a Colombia, que serían grandes congresistas y que están muy lejos en la carrera por la Casa de Nariño se decidan a ir al Congreso.
El país se los agradecería.
Es indispensable que cada ciudadano que quiera un mejor país se decida a votar no solo por presidente, sino también por Congreso y no solo por Senado, sino también por Cámara
Con el mayor respeto ilustro lo que quiero decir con dos nombres de alto turmequé. Me refiero, por ejemplo, a David Luna, quien ya fue un brillante congresista, o a Mauricio Cárdenas, cuyo aporte sería clave para Colombia en las comisiones económicas.
Otros, entiendo, se podrían reservar para alcaldías o gobernaciones, pero sería triste que el país se quedara sin los servicios de Enrique Peñalosa o de Mauricio Gómez Amín.
* * * *
A lo largo de las próximas columnas me referiré en más detalle a las listas de Congreso cuando ya sean definitivas, pero avanzo algunos comentarios.
1. Al cerrar esta columna se revelan los primeros renglones de la lista cerrada del Centro Democrático.
Gran cabeza de lista del sólido representante Andrés Forero, buen ascenso del vertical Hernán Cadavid y acertadas inclusiones de figuras nuevas para el Congreso como el lúcido y corajudo Rafael Nieto, la diligente Julia Correa o la brillante María Clara Posada.
2. Salomónica decisión darle la cabeza del maltrecho y salpicado partido Verde a Lucho Garzón.
3. Esperado regreso de Jorge Enrique Robledo.
4. Sensata cabeza de ‘la U’ para Juan Felipe Lemos.
5. Confirmada cabeza del Pacto Histórico para Carolina Corcho, refrendada con los votos de la consulta.
6. La gran incógnita al escribir esta columna es si alguien de tantos quilates como Germán Vargas Lleras y de talla presidencial decide volver al Congreso.
Como decimos en RCN, tema en desarrollo, seguiremos informando.
JUAN LOZANO
