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La verdadera clave no está en la fortuna del bombo, sino en la capacidad de la Selección para sostener el proceso que ha venido consolidando.
Hubo consenso respecto a que Colombia salió bien librada del sorteo para la Copa Mundial de Norteamérica 2026, celebrado el viernes pasado. Deberá enfrentar a un rival de alcurnia –Portugal–, a la desconocida Uzbekistán y a un equipo que surja del repechaje intercontinental.
La cita orbital del año entrante marcará un hito por su formato ampliado y por ser la primera que se desarrolla en tres países. Todo en un contexto político convulso. El protagonismo de Donald Trump en el evento que tuvo lugar en Washington deja claro que este Mundial será un acontecimiento deportivo, claro, pero que el ingrediente político –presente quizás en la mayoría de los certámenes previos– vendrá en dosis considerables. Es de esperarse que la pelota no se manche.
De vuelta al juego, la verdadera clave no está en la fortuna del bombo, sino en la capacidad de la Selección para sostener el proceso que ha venido consolidando. Para ello es importante tomar nota de las lecciones del pasado, sobre todo en lo que corresponde a no menospreciar a ningún rival, tentación que puede llegar a rondar en esta ocasión. Todas las selecciones que llegan a estas anheladas instancias han hecho méritos y, sin excepción, suponen un duro reto.
La cita orbital del año entrante marcará un hito por su formato ampliado y por ser la primera que se desarrolla en tres países. Todo en un contexto político convulso
Lo cierto es que el equipo de Lorenzo llega con una mezcla de madurez y talento joven que invita al optimismo. Es muy importante también cómo se gestione un factor que apareció 24 horas después, cuando se conocieron las sedes: la altura. Con este elemento no se contaba de entrada y obliga a replantear el itinerario, con la excelente noticia de que se cuenta con una sede de la Federación en Bogotá que deberá ser aprovechada por la Selección para afinar detalles en los días previos.
La ‘Sele’ tiene en sus manos convertir esta suerte inicial en el primer paso de una campaña memorable. En un torneo con nuevas características, Colombia tiene la oportunidad de graduarse, por fin, como una selección de talla mundial.
EDITORIAL
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